J.F. Mestre. Diario de Mallorca, 5.07.2014
Isabel Antich salió ayer llorando del juzgado. Ha esperado más de 75 años para declarar, por primera vez, ante un juez y explicarle de qué forma en el año 1936 asesinaron a su padre. Llorenç Antich Fiol, militante de Esquerra Republicana de Algaida, murió, junto a otros compañeros, en un descampado de Manacor. Su cadáver nunca ha sido encontrado.
Esta mujer, de 81 años de edad, fue citada ayer por el juzgado de instrucción número 4 de Palma, que tramita un exhorto de una juez de Argentina. Mientras que en España se ha rechazado la posibilidad de investigar los crímenes del franquismo, una magistrada de Buenos Aires ha aceptado a trámite las denuncias que ha presentado un grupo de familiares de víctimas, entre las que se encuentran varias mallorquines. El juzgado argentino envió un formulario de preguntas, para que fueran contestadas por Isabel, y así explicara de qué forma fue asesinado su padre.
La víctima se mostró muy emocionada. Al juzgado le acompañaron, además de un abogado, su marido y su hija. Los tres estaban muy satisfechos. “Estoy muy contenta. Es la primer vez que he podido declarar sobre el asesinato de mi padre”. La mujer no pide que se persiga a los asesinos de su progenitor, porque con casi seguridad todos ellos ya han muerto. Lo que quiere es que se autorice la apertura de las tumbas y que se haga un esfuerzo para localizar e identificar los cuerpos de las víctimas de esta represión. “La declaración de hoy es una luz de esperanza para las víctimas”, señaló.
Isabel apenas tenía cinco años cuando su padre fue asesinado. Han pasado más de 70 años, pero su memoria sigue muy viva. Recuerda con toda claridad el día que vio a su padre por última vez. “Mi padre sabía que le estaban buscando para detenerle. No quería que fueran a buscarle a casa. Llamó a un amigo suyo que era guardia civil y le pidió que le acompañara a Palma. Allí lo detuvieron y después lo asesinaron en Manacor”.
Al igual que otros muchos represaliados del fascismo, Llorenç Antich tuvo una muerte muy cruel. Los asesinos le dispararon en las piernas y después, antes de que muriera desangrado, lanzaron su cuerpo a una hoguera. Tuvo una muerte lenta y dolorosa, según lamentaban ayer sus familiares. “Lo quemaron vivo”, lamentaba ayer su hija.
Llorenç Antich apenas tuvo tiempo de despedirse de su familia. Sus hijos, ajenos a la situación política que se estaba viviendo como consecuencia del nuevo régimen, tuvieron que crecer sin un padre, que murió asesinado por su militancia política. Su hija recuerda como si fuera hoy el día que vio por última vez a su padre. Ella tenía cinco años y ese día del mes de agosto del año 1936, pocos meses después de que hubiera estallado la Guerra Civil, se encontraba en la calle jugando con una amiga en Algaida, donde vivía su familia. Casualmente se encontró con su padre. Seguramente, Llorenç se dirigía en búsqueda del amigo guardia civil que se había comprometido a acompañarle hasta Palma, porque sabía que le estaban buscando y que iban a detenerle. “Le pregunté a mi padre a dónde iba y él me respondió que iba a Palma a comprarme un vestido”. Fue la última vez que lo vio con vida. El político de Algaida fue detenido ese mismo día y después, junto a otros militantes republicanos, fue asesinado sin previo juicio. Isabel señaló que su madre, que quedó viuda muy joven, siempre les explicó lo que había pasado y que ella nunca ha intentado esconder la realidad que vivió su familia ni a su marido, ni tampoco a sus hijos. Precisamente, su esposo Joan Bibiloni, también es familiar de represaliados. Ayer acompañó a su esposa y se mostró, al igual que ella, muy emocionado después de que hubiera podido declarar, de una vez por todas, ante un juzgado. “Hemos venido a buscar la justicia que no nos han querido dar durante tantos años”, señaló el marido.
La hija señaló que el deseo de la familia es poder “localizar el cadáver de mi abuelo porque no sabemos dónde reposa. Queremos que abran las fosas para poder identificar su cadáver”.