Españoles: Franco ha vuelto

Blog Verdad, Justicia y Reparación /Por Luis Suárez- Carreño, miembro de La Comuna.

¿Pero es que se había ido? se preguntará mucha gente. Bueno, sino haberse ido, parecía al menos haberse escondido, disfrazado, camuflado, travestido. Pero ahora está volviendo de verdad, tal cual.

El pasado lunes 19 de julio, en un acto del PP en Ávila, el exministro de la UCD (partido de centro-derecha durante la Transición) Ignacio Camuñas, ha expuesto con desparpajo su ‘visión’ de los dramáticos hechos del pasado siglo en este país, que pueden resumirse así: La guerra civil fue culpa del gobierno de la República; lo de Franco y resto de militares traidores y fascistas no fue un golpe de estado sino una reacción patriótica. En consecuencia, proclamó, la derecha debe desmontar la política de memoria democrática de la izquierda en general y de este gobierno en particular.

Un periodista comentó, muy atinadamente, que lo que le preocupaba no era un franquista envalentonado, sino un demócrata callado junto a él. Ese ‘demócrata’ era Pablo Casado, máximo líder – de momento – del principal partido de la derecha hispana, o sea el PP. Y en realidad no estaba callado, estaba sonriendo y embobado ante el discurso de Camuñas; eso sin entrar en la calificación como demócrata de Casado, el cual tuvo abundante ocasión de aclarar o rectificar posteriormente ese ideario neofranquista, ante la avalancha de los escandalizados medios de comunicación, cosa que no hizo. Lo que sí hizo es anunciar la derogación de la vigente ley de Memoria Histórica, así como la futura de Memoria Democrática, en cuanto acceda a la presidencia del gobierno.

Precisamente ha sido como reacción al anuncio de la aprobación por el gobierno del proyecto de ley de Memoria Democrática, ese mismo día 19, que se ha producido esta exhibición de pensamiento franquista (disculpas por el oxímoron). Sin embargo, las palabras de Camuñas no han hecho sino enfatizar o sintetizar la reescritura de la historia que viene fraguándose desde las derechas como reacción a los avances en la construcción colectiva de una memoria democrática que, en este país, antes y por encima de cualquier proyecto de ley, estamos llevando a cabo desde muchos ámbitos de la sociedad civil.

Desde los colectivos memorialistas, los medios de comunicación, la literatura, el cine, las artes plásticas, … la aspiración por una memoria es un clamor social; y frente a ello la derecha (y no me refiero sólo a Vox), se revuelve con rabia llegando a perder las formas: ‘Si te llaman fascista es que estás en el lado bueno de la historia’; valga como muestra esta reciente frase de la presidenta madrileña.

La pérdida de vergüenza antidemocrática de la derecha y su guerra declarada a toda iniciativa memorialista no nos va a intimidar: el ejercicio de la memoria colectiva y democrática no es una concesión de ningún gobierno, es un derecho irrenunciable y un imperativo antifascista. Con la misma legitimidad ética con la que desde el poder, y en particular desde la derecha, se reclama y se exhibe oportunistamente la memoria de la violencia terrorista, desde la conciencia antifascista se ejerce y se seguirá ejerciendo la memoria respecto a los crímenes franquistas, y se exigirá al Estado el mismo tratamiento bajo los principios de verdad, justicia y reparación. Porque no hay crímenes de lesa humanidad de primera y de segunda, ni las víctimas de esos crímenes pertenecen a distintas categorías morales.

Volviendo a Ignacio Camuñas, hay que recordar que es un fiel representante de la generación de políticos de la Transición y de aquel supuesto espíritu ‘conciliador’ que invocan los Casado y compañía como coartada de la impunidad. ¿Otra vez la Transición? Ya me estoy imaginando el rugido desde el búnker setentayochista: ¿Otra vez cuestionando la grandeza de aquel proceso de reconciliación?

Pues sí, hay que volver a la Transición para entender el episodio Camuñas y, en general, el revisionismo neofranquista: el olvido de los crímenes franquistas decretado por los pactos transicionales no solamente fue un ingenuo desiderátum de imposible cumplimiento (la impunidad se puede decretar por ley y aplicar por tribunales sumisos; la memoria es un patrimonio colectivo para el que no existen compuertas institucionales), sino que fue el sustrato sobre el que se posibilitó primero la supervivencia sociológica y económica de la oligarquía franquista y su aparato represor, y después (ahora) su renacimiento ideológico con un relato negacionista y blanqueador del golpe, el holocausto y la dictadura. De aquel olvido, estos lodos neofranquistas.

Casado y sus compinches repiten el reiterativo mantra de que la memoria democrática sobre los crímenes del siglo XX supone reabrir heridas (¿pero acaso reabre heridas la exigencia de justicia respecto a pretéritos crímenes del terrorismo?). Y sin embargo hace dos años votaron en el Parlamento Europeo a favor de la resolución 2019/2819 ‘Sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa’, donde entre otras cosas se afirma:
(El Parlamento Europeo) Expresa su profundo respeto por cada una de las víctimas de estos regímenes totalitarios y pide a todas las instituciones y agentes de la Unión que hagan todo lo posible para asegurarse de que los atroces crímenes totalitarios contra la humanidad y las graves violaciones sistemáticas de los derechos humanos sean recordados y llevados ante los tribunales, y que garanticen que estos crímenes no vuelvan a repetirse jamás; hace hincapié en la importancia de mantener viva la memoria del pasado, puesto que no puede haber reconciliación sin memoria, y reafirma su posición unida contra todo régimen totalitario sea cual sea su ideología de base.

¿Por qué el ejercicio de la memoria de los crímenes del siglo XX en Europa, no supone reabrir heridas, sino que, al contrario, se considera un deber democrático? ¿Será la misma razón por la que la derecha española, incluida el Borbón, se disfrazan de antifascistas solo al otro lado de los Pirineos?

El Parlamento Europeo demostró con aquella iniciativa su hipocresía al no mencionar explícitamente al franquismo entre los ‘regímenes totalitarios’ europeos que hay que recordar y juzgar. Ahora, a la vista de la negativa de la derecha española a condenar nuestro totalitarismo y reconocer sus crímenes, es el momento que desde Europa se aleccione a la derecha española en los rudimentos democráticos, que incluyen, lógicamente, la afirmación de antifascismo y, en nuestro caso, de antifranquismo.

Si el parlamento español es incapaz de hacerlo, lo ha de hacer el parlamento europeo: Debe condenar el franquismo, defender la necesidad de la memoria democrática y el fin de la impunidad de aquel régimen. He ahí un reto muy simple y claro para las fuerzas democráticas europeas, pero de enorme valor para nuestra salud política.

Para que un día no muy lejano en este país se pueda por fin decir: españoles, el franquismo ha muerto.

https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2021/07/24/espanoles-franco-ha-vuelto/

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